viernes, 17 de julio de 2009

La pena de los gatitos ausentes.


Los gatitos se salen, se pierden unos tras otro, mientras caminan con la seguridad a punta de bigotes. Yo les curé las heridas, les cosí piel nueva que es la mía propia; yo limpié sus ojos destrozados en peleas y besé sus lomos escuchando en rrrun rrrun de su barriga.


Ahora los gatitos que salen no vuelven y están hartos del cariño maternal.


Yo no puedo retenerlos en mis brazos, con cariño, sin sangrar en los rasguños.


Suspiro no llega hace casi 3 días y me preocupo, porque se va sin avisarme y me duele el pechito que esté lejos, que le pase algo malo. Suspiro tiene mis malas costumbres y se va sin decir nada. Yo me duermo sola y miro por la ventana por si viene a tocarla.
Si Suspiro no vuelve yo me muero un poco, porque me deja sin sus ojitos tristes, sin cariños en la cara, sin rrrun rrrun en las orejas; solita.

1 comentario:

verde dijo...

Me acordé del antojo a lo que no estoy segura que he probado, el suspiro limeño.
Y a mi ruptura con los gatos, cuando mi gato con nombre de novio me rasguñó y empezó de vago, yo juraba que regresaría hasta que lo vi en la barda de atrás con su chica, como diciéndole "¿qué esperas?, vámonos"