viernes, 15 de mayo de 2009

Acerca de Dorsal, Conchalí y el sentido de pertenencia.

Desde aquí no se verán los edificios llenos de espejos, no reflejarán el sol cuando el cielo se ponga naranjo-lindo. No tendremos más parque verde, las caras se nos pondrán grises y de vez en cuando podremos cruzar a comprar, sin morir en el intento.
Desde aquí no se verá la virgen; ella cierra los ojos cuando la quinceañera se la chupa por quinientos.
Estaremos aquí, tapándonos en barro y mierda cuando llueva, corriendo a la casa para quitarnos el olor a pobres. Y secarnos.
Miraremos los autos que pasan rápido, aplastando el suelo, moliendo el cemento que tapó la gracia que fuese nuestra.
Vamos a mirar los autos lindos y de colores que pasan rápido, con las ventanas cerradas.
(No abra señor: le vamos a robar, le vamos a ofrecer sexo, le vamos a dar pena)
Vamos a mirarlos sin decir nada, con cara complaciente, pues poco importa que nos quiten lo poco que tenemos, porque somos de ninguna parte y tenemos nada que defender.
No importa que nos aplasten el ego, si quizás van a poner un arbolito. Y van a sacar, por fin, a las putas flacas que tanto nos bajan el pelo.
A mí me hubiese gustado nacer pobre.

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