martes, 19 de mayo de 2009

Carlita:

Lo que pasa es que a veces quisiera escribir un guión, una obra buena, como para que quieras verla. Me dan ganas de escribir monólogos largos y sufrientes, que quizás si se dicen rápido no se entienden y dan risa. Me dan ganas de escribir una obra que nadie quiera ver, pero tú sí y yo también.
Me gustaría escribir bien y hacer una obra bonita, con personajes felices que se tomen de la mano y bailen, que canten y coman arroz con leche. Que se la pasen riendo hasta de las cosas tristes, de las cosas que se pierden y de la gente que se va, que se muere. Que se rían cuando llueve porque no pueden mirar al cielo; porque les cae la lluvia en los ojos y parece que estuviesen llorando. Pero se ríen, se ríen siempre y se dan abrazos de esos lindos que tú sabes dar y yo trato y trato y no me salen. Juegan a la ronda y a la pinta.
Me gustaría tener un escenario de colores y meterlos a todos, como jugando, para que choquen entre si, se confundan y las madres pierdan a sus hijos, porque no los quieren y les sueltan la mano. Luego gritan para hallarse, pero no pueden, no se encuentran. Y eso tiene tanta gracia, tanta, que al público se le salen los ojos y ya no ven.
Quisiera hacer una obra y quizás quieras actuar en ella. Puedes ser la protagonista, la que dice más palabras y llora de la risa siempre, porque es feliz. Puedes inventar canciones y cantarlas con tu voz suavecita que a veces se quiebra en el hilo más delgado y frágil. Puedes ser la primera, la que más hable, la que todos quieren ser. La protagonista, que quizás a veces tiene rabia y grita, pero da risa porque nadie va a escuchar, porque grita y nadie la quiere, porque a nadie le gusta la gente con pena, que habla de tristezas y de madres que se pierden.
Eso da tanta risa, da tanta risa.
Y a veces los personajes se caen de las escaleras, como pasa a veces, y se rompen la cabeza y el escenario se llena de sangre y todos cantan y bailan y la sangre corre y salta como en ríos felices y cantores. Todos se manchan y ya no se ven sus caras. Todo termina en una mancha roja, de monólogos que se dicen tan rápido que pierden las partes tristes, se enredan y dan risa.

No hay comentarios: