lunes, 24 de noviembre de 2008

Juramento del cariño eterno.

Te juro por mi madre que no te dejo sola.
Te digo que nuestra carta es el mundo y el mundo que está entre nosotras.
Te quedaste pegada, aquí, hoy.
Hoy tan feo.

Te juro que no te dejo sola, aunque no te vea más.
Yo te voy a querer por siempre.
Te encontraré en todos los números que no entiendo.
búscame en las palabras inventadas.

Te juro que no te dejo, pues te siento a mi lado, igual a un ayer cualquiera.
Te he escuchado ya casi 24 horas, pero guardaré para más tarde
(como se guarda el último pedazo del dulce más rico)

Te juro que no te dejo aunque me odien por ser perra.
Tan perra imaginaria, así y todo no te dejo.
Te acompaño de lejitos.
Hago una manda para el amor ajeno-tuyo.
Prendo velitas por tu cumpleaños.

De las calamidades de la vida esta vez no he sacado la peor parte y lo lamento más. Las cosas pasan cuando no tienen que pasar y se desmorona todo, a veces, como la torre llena de los loquitos que te asustan y las polillas salen volando. Se van con el cambio de temporada, así dices tú. Yo tengo todas las palabras revueltas, el estomago también, pero más cuando me acuerdo.

Yo te juro que no te dejo.

Porque las palabras las escupo y aún así no salen agrias.
Porque me dejaste los ojos dulces.
Con sabor a vino blanco

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