lunes, 20 de octubre de 2008

letra10escritaconrojo.


No te vi los ojos cuando despertaste, pero seguro brillaban menos.


A veces al despertar las cicatrices son más vistosas y no se pueden esconder bajo las mangas. Salen y nos recuerdan un pasado-no-pisado que nunca queremos mirar, pero está como un presente tácito que nos quemó la piel.
A mí también me pasa y quiero esconderme, irme lejos. No podemos movernos, te beso suavecito y ahí están las heridas que nos desangran los pasos. Ahí están las heridas rojas, rojas fresquitas. Fresquitas siempre. La sangre fresquita eterna que te deja quieta, te pega en las sábanas y te sientes muerta hasta la próxima herida.
El dolor te recuerda que estás viva y lo haces otra vez. LA piensas otra vez, en los sueños combinamos los dolores y tu mano entre mis piernas de pronto abraza a otra.

Cuando vi, tus ojos no brillaban; ya no me mirabas. Quizás te dio vergüenza decir que no me quería ahí.
Ahí, tendida al sol, yo me sentía bien aunque tu voz fuese diferente.
No quise mirarte, sólo te pensé con los ojos brillantes, con voz ronca alegre, con risa de las palabras que digo para hacerte reír.

Palabras corto-punzantes y acostada al lado sueño que los alfileres se entierran en mis piernas y no duelen, porque el dolor es para quienes quieren sentirlo. No es para nosotros que evitamos, evitamos profilácticamente y, como si fuese enfermedad, nos protegemos.
En una lista de prioridades me ubiqué cuarta o quinta mientras la señora le hablaba a mis brazos vistosos de esa tarde después de abrazarte y no-besarte como si fuese la última vez.

Voy a romperme para sentirme bien y liberar los que no se identifica por dentro.

Voy a morder tu oreja fuerte para que puedas sentir de nuevo, sentir no-rico, como antes.
Solo sentir que tu piel es tuya y nadie la quitó


Ojalá puedas sentir con otra lo que sentiste con la letra anterior al 10.

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